Después del descanso, Enrique del Río, experto en temas de Participación, reflexionó a partir de las experiencias que se habían mostrado durante la primera parte sobre lo que él considera la Participación real, de la que el Barrio Oliver y su Parque es un ejemplo perfecto, comparable a pocas experiencias: Porto Alegre y algún barrio en Almería o Bilbao.

Enrique expuso su visión de la participación, de la que él considera que hay tres tipos dependiendo de la actitud de uno mismo hacia ésta. La Participación Real es aquella en la que YO PARTICIPO desde el principio, desde la planificación,  durante el desarrollo y hasta su evaluación.  Un segundo tipo sería aquella participación a la que YO ASISTO, en la que se tiene una actitud más pasiva de “consumir” la actividad que se propone. La tercera y menos deseable forma de participación es en la que YO DEBO participar, en esta tercera forma se podría decir que “nos participan”.

En la sociedad actual se fomenta estas dos últimas formas de Participación, con una educación que apuesta por la mediocridad, por la no implicación, por evitar el compromiso actual. Por eso, la apuesta por espacios reales de participación se convierte en una escuela de ciudadanía en la que se ponen en práctica valores que se están dejando atrás en el sistema actual en el que el único espacio para el que se nos forma es para el de consumidores.

La Participación enseña AUDACIA, capacidad de riesgo, al atrevernos a hacer cosas nosotros directamente, el TRABAJO EN EQUIPO: dando valor a la individualidad, pero luchando contra el individualismo, que destruye la colectividad; la PLANIFICACIÓN o la RESPONSABILIDAD en la toma de decisiones. Enrique veía muestras de todo esto en la presentación de los trabajos de cada grupo, como se había planificado, como todo el mundo había puesto de su parte y como cada grupo había desarrollado sus actividades de forma autónoma.

También destacó la importancia de la existencia de un tejido social fuerte, y de como, sin la experiencia de trabajo cotidiano con la gente del Barrio de la Asociación de Vecinos, no habría sido posible una experiencia tan rica como la del Parque.

Explicó los beneficios, personales y colectivos, de implicarse en un proceso de participación de forma plena, como los expuestos durante la primera parte: desde las experiencias en la naturaleza de los niños, al grupo generado espontáneamente de la convivencia de los “perrunos”, pasando por la cultura popular compartida mediante las contadas de cuentos y la capacidad de poner tantas cosas distintas en común en la Fiesta de Otoño de una forma compartida y abierta desde la planificación a la ejecución.

La participación marca, según Enrique del Río, la frontera entre Ser y Estar, entre Vivir y Durar, entre Crecer o Engordar, entre Crear o Repetir, entre Jugar y Mirar, entre Decidir e Inhibirse y entre Amar o Desear.

Tras la ponencia de Enrique del Río se abrió un turno de preguntas para debatir las conclusiones y aportar nuevos puntos de vista.

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